El colectivo que más ha crecido durante los últimos años en España es el venezolano. Ya es la primera nacionalidad en pedir asilo en España y la tercera en el mundo en solicitud de refugio por detrás de Siria y Afganistán. El país ha experimentado determinados cambios sociales y su población se ha resentido, movilizándose fuera de sus fronteras.

Desde el inicio de la revolución bolivariana encabezada por Hugo Chávez hace 20 años y continuada por Nicolás Maduro, muchos venezolanos han ido perdiendo la esperanza de vivir en un país con estabilidad política y social.

Venezuela es, en la actualidad, uno de los cuatro países a nivel mundial con mayor número de emigrantes, como destaca el libro “El éxodo venezolano: entre el exilio y la emigración”, editado por el Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID) del Instituto Universitario de estudios sobre Migraciones (IUEM) de la Universidad Pontificia Comillas.

En general, la mayoría de los venezolanos manifiesta que las razones por las que emigran son económicas, sociales y políticas, en este orden. Pero, ¿hacia dónde se desplazan los hombres y mujeres, casi en igual número de, en su mayoría, entre 29 y 40 años?

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Colombia y Brasil. Estos países son los principales destinos cuando se habla de migración terrestre. Colombia se ha convertido en el tradicional trasvase de migración, dada la crisis de cada país. La cercanía, el coste, un poco más asequible en cuanto a la movilidad, y la facilidad documental dan cuenta pues de más de 600.000 personas según el informe sobre OIM en abril de 2018.

Países latinoamericanos sin fronteras con Venezuela. Los venezolanos han utilizado distintas vías de transporte para llegar a Perú, Ecuador, Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay, Costa Rica, México, Panamá, República Dominicana y Uruguay.

Países lejanos. El tercer escenario está en los países más distanciados, como Estados Unidos, España o Italia, que en datos de la OIM son el segundo y tercer país de acogida de venezolanos.

Quién emigra

¿Y qué se ve cuando nos centramos en el perfil socioeconómico del migrante venezolano? Depende de la época en la que haya migrado.

La primera y segunda etapas de migración, entre 1994 y 2012, se corresponden con un perfil mayoritariamente vinculado al capital o muy cualificado y que llegó a Argentina, República Dominicana, Panamá, España, México y Perú.

La tercera etapa tuvo lugar cuando la crisis se agudizó seriamente, sobre todo en 2015. Los desplazados comenzaron entonces a presentar un perfil distinto, con un menor nivel educativo y con mayor escasez económica. Esta situación se corresponde con un mayor volumen de desplazamientos fronterizos debido a la ausencia de dinero, a la situación de hambruna vivida en Venezuela y a la inseguridad social y jurídica.

Esto también se asocia con las dificultades para salir del país con pasaporte, dadas las distintas trabas burocráticas que impone el régimen venezolano.

Los migrantes de la última etapa claramente han salido del país sin realizar un estudio del lugar al que querrían ir, libremente, sino más bien ha supuesto para ellos un destino forzado.

Asilo y refugio para venezolanos

Los venezolanos han utilizado dos vías de ingreso a los países receptores: solicitando una autorización para residir o recurriendo al asilo y refugio.

En el análisis del OBIMID sobresale que, en general, los países estudiados son reticentes a proporcionar asilo y refugio a los llegados a su suelo. Se observa, eso sí, que algunos como Perú, México, Chile, Uruguay o España sí que han ido dando pequeños pasos.

Pero en el aspecto laboral, la cosa cambia. Si bien las primeras oleadas descritas eran personas cualificadas que se centraban en progresar profesionalmente, las sucesivas oleadas posteriores no fueron así.

Ahora, la incorporación al mercado de trabajo de los países receptores depende de varios factores: por un lado, se encuentra el capital humano –documentación que les posibilite ser contratados–; por otro, el capital social –redes sociales de inmigrantes y autóctonos–, así como las características del mercado laboral que les acoge. Y en la mayoría de los casos la opción se traduce en empleos precarios.

Este éxodo es un desafío para un sistema de migraciones iberoamericano. Ya hay un antes y un después de la crisis humanitaria venezolana en cuanto al funcionamiento de los flujos migratorios.

Créditos del artículo: Clint Witchalls, Health Editor

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